Trabaja con nosotros

Los transtornos de personalidad

Los transtornos de personalidad

El otro día, en una de las actividades de memoria que hacemos en la residencia, una de las residentes dijo una adivinanza: "¿Qué es aquello que todo el mundo tiene, incluso las piedras de la calle?" La respuesta era: el nombre. Esto me hizo pensar que realmente todo el mundo tiene un nombre, y del mismo modo, todo el mundo tiene una forma de ser, una carácter, una manera de ver el mundo y de relacionarse con él y con las personas que le rodean. Esta manera de ser y de comportarse, la personalidad, depende de los genes que hemos recibido de nuestros padres, depende de la educación recibida, de la cultura que nos envuelve y de las experiencias vividas en etapas importantes de la propia vida, entre otros factores.

Los rasgos de personalidad son, entonces, patrones persistentes en cuanto al modo de pensar sobre uno mismo y sobre los demás, de percibir el mundo y de relacionarse con el entorno. Estos rasgos de personalidad conforman la autenticidad de cada ser humano, una autenticidad que puede estar más o menos adaptada a la sociedad en la que tiene lugar. Podemos decir que hay personas más abiertas, otras más cerradas; unas más simpáticas, otras que lo son menos; unas más seguras, otras más inseguras; unas más controladas, otras más explosivas; unas más calmadas, otras más agresivas...

Es cierto que nos podemos encontrar con personas que tienen una personalidad "especial", que sale un poco de aquello que podría ser normal para nosotros. Pero los rasgos de personalidad sólo constituyen un trastorno cuando son inflexibles y desadaptativos, y cuando causan un deterioro funcional significativo o un malestar subjetivo. Se trataría de un patrón de comportamiento que se aparta de las expectativas de la cultura del sujeto. 

En los trastornos de la personalidad (con diferentes tipologías existentes) se encuentra afectada el área afectiva de la persona, la actividad interpersonal y el control de los impulsos. Estos son trastornos difíciles de diagnosticar, ya que a menudo podemos confundir una persona con un trastorno de la personalidad con una persona mal educada, agresiva y/o aislada; también son difíciles de tratar.

Debemos ser conscientes de que en nuestras residencias pueden haber, y de hecho hay, personas mayores con trastornos de la personalidad y cada vez habrá más, y aunque las residencias asistidas no son los centros más adecuados para esta tipología de personas, tendremos que estar atentos para afrontar adecuadamente estas situaciones, tanto los profesionales como los propios residentes.

 

Mònica Garcia
Psicóloga del centro
Residencia Santa Maria del Tura